jueves, 28 de julio de 2011

Yo no soy sicopata, soy solapa

el sicopata sabe que es correcto y que es incorrecto pero nada lo detiene para  hacer algo incorrecto si con eso consigue lo que desea para su satisfaccion. Ha aprendido que determinadas cosas no son correctas para la sociedad intelectualmente hablando, incluso sabe porque pero no comprende porque.No todos salen por las noches a matar mujeres despues de violarlas. No todos matan. Aunque tu no sabes en que momento pueden llegar a hacerlo. Si lo hacen no es porque te odien sino porque eres un obstaculo para conseguir algo que ellos quieren. Son parasitos siempre viven de los demas. Siempre estaran buscando quien les haga su trabajo o quien asuma su responsabilidad. Lo que ellos evitan. Claro racionalizaran de alguna manera su comportamiento. Te acusaran de que no lo quieres ayudar cuando en realidad lo que estan buscando es que tu hagas su trabajo. Cree que  tiene  normas especiales. Las suyas ´por supuesto. Tu no puedes violar las normas pero el si. Cuando el lo hace tiene una justificacion.Por supuesto si no pueden comprender porque algo es incorrecto no tendran remordimiento alguno. Es manipulador y por excelencia, abusa del poder cuando lo tiene. Detras de cada persona que abusa del poder que se le otorga hay un potencial sicopata. No todos matan pero puede intentar matarte moralmente. Por eso detras de cada calumniador hay un posible sicopata. Generalmente no se amilana con argumentos, razonamientos. Se amilana con la amenaza fisica. Es cobarde.Hoy dia puede haber estado conspirando ´para que te boten del trabajo. Y manana con toda frialdad te ruega que se lo des en otro sitio. Detras de cada doble cara hay un potencial sicopata. Aunque no necesariamente. Este puede ser un rasgo aislado de la personalidad. Pero si  juntas latrocinio con doble cara lo mas probable es   que lo sea.    Por eso se amontonan alrededor del poder politico economico en donde pueden obtener poder y sacar provecho. No digo que cada politico sea un potencial sicopata. Pero  probablemente muchos de ellos lo sean. Muchos lobistas lo son. Muchos seudoempresarios  quer desprestigian la insititucion de la empresa privada. Pero en el estado tambien abundan. Pero la gente suele ser mas tolerante con el syco del estad opor paradigmas  politicos  .Ustedes los conocen ahora mejor. Claro como el no rompe las leyes y normas el se siente, bien los demas estan mal. Acusa de ladrones acosadores a todo el que puede cuando el lo es.
Suelen ser simpaticos y aceptados por muchos menos por los que los conocen verdaderamente. Tiene un atractivo superficial. Puede ser corteses te ayudan y hasta protegen pero solo lo hacen para ganar tu voluntad. Para tenerte como aliado incondicional. Si son fuertes se rodean generalmente de gente sin valores pero debiles. El debil amoral tiene afinidad por el psyco. Es su lider. Es capaz de hacer loq ue el no puede. Por que al final de cuentas el debil inmoral pero no psyco tiene remordimientos. Tiene conciencia el psyco de que es psyco?. Como podria tenerla si no puede comprender que lo que hace esta mal. Sabe que esta mal pero no puede comprender porque?
c mori

La Discapacidad del Psicópata. Problema poco entendido.

Edwin Villacorta posted in MEDICOS.Edwin Villacorta11:42pm May 14
La Discapacidad del Psicópata.

Habrá que agradecer a Jonathan Demme que la palabra "psicópata" nos traiga a la memoria la cara del doctor Hannibal Lecter, el asesino inteligente, refinado y cruel de El silencio de los corderos. Sin embargo, muy pocos psicópatas, son tan listos y fotogénicos como Anthony Hopkins ni todos se manchan las manos de sangre.
El psicópata es un enfermo que tiende a buscar su propio placer por encima de cualquier otra consideración. La mayoría tiene un aspecto anodino, una inteligencia media y una conducta normal. Pero sólo aparentemente normal, pues realmente son personas impulsivas, manipuladoras y, sobre todo, incapaces de comprender el porqué de las normas sociales y de sentir la más mínima empatía hacia sus semejantes.
Sencillamente, no las entienden: si quieren algo, lo cogerán; si alguien les molesta, lo apartarán; y si una norma de convivencia se interpone entre ellos y sus deseos, la burlarán. Lo harán sin acritud, como si no hubieran roto un plato en su vida, y si alguien recrimina su conducta, le mirarán como a un marciano, antes de seguir su camino. Y es que, pese a conocer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, no entenderán el reproche.
Este perfil es más sencillo de reconocer en la sociedad y seguro que muchos lectores ya tendrán en la cabeza varios candidatos en su entorno cercano. Los hay, a montones: desde líderes políticos a consejeros delegados, desde maltratadores a acosadores laborales… casi todo aquel que se aprovecha de una posición de fuerza suele tener un cuadro de psicopatía en mayor o menor grado que es muy difícil de denunciar ante una sociedad acostumbrada a creer que los verdaderos psicópatas son personas que devoran los hígados de sus víctimas con un poco de Chianti.
La ciencia se ha preguntado a menudo si la conducta de estos enfermos es adaptativa -condicionada por la supervivencia en el entorno- o debida a algún tipo de anomalía genética. Por lo general, la búsqueda de causas fisiológicas asociadas a las conductas ha tenido consecuencias nefastas en la historia, al recurrir a un determinismo muy cómodo, pero imposible de aceptar por cualquier sociedad convencida de que las personas deben ser dueñas de sus destinos, al margen de lo que quiera imponerles tal o cual gen.
Más interesantes son los experimentos que a través de las reacciones de los investigados permiten extraer conclusiones sobre un determinado asunto. De este tipo es el estudio de dos investigadores de la Universidad de Nuevo México (EEUU) publicado por la revista Psichological Science. Elsa Ermer and Kent Kiehl se preguntaron si los psicópatas carecían de alguna facultad mental para comprender las normas sociales y el alcance de un riesgo.
Así que recurrieron a un grupo de 67 prisioneros voluntarios, algunos de los cuales contaban con un cuadro más o menos claro de psicopatía, y usaron un sencillo juego de cartas con reglas para someterles a tres tipos de pruebas: relacionadas con el razonamiento lógico descriptivo ( "Si una persona es de California, será paciente" ), con el contrato social ("Si me coges la moto, tendrás que lavarla") y con la precaución y las medidas preventivas ("Si trabajas con tuberculosos, deberás ponerte mascarilla" ).
Los psicópatas demostraron una incapacidad manifiesta para entender las reglas del contrato social y las preventivas, pero acertaron con las descriptivas en la misma medida en que lo hicieron los presos no psicópatas. Es decir, un sencilla norma social como "si me coges el coche, luego ponle gasolina" era para ellos un enigma equiparable al que pasa por la cabeza de un niño ante las leyes de la termodinámica.
Este experimento indujo a pensar a Ermer y Kiehl que su hipótesis era correcta: los enfermos eran incapaces de entender las reglas sociales o el fraude que conlleva una trampa, así como el verdadero alcance de un riesgo, pero por lo demás eran capaces de razonar prácticamente igual que el resto de personas analizadas.
El proceso que lleva a un joven a comprender por qué no está bien quitarle el bastón a una anciana que cruza un paso de cebra, a un jefe a reconocer la injusticia cometida con uno de sus empleados o a un marido a avergonzarse por haber sentido ganas de golpear a su mujer, no funciona en toda la sociedad. En los tres casos existe una relación asimétrica, una imposición del fuerte sobre el débil y, al final, el reconocimiento de un orden social vulnerado y la capacidad de las personas para ponerse en el lugar de los otros, la misma empatía que nunca podrá sentir un psicópata. Las mismas normas que nunca acabará de comprender.
La cuestión ahora es saber si la sociedad podrá comprender, por su parte, que la psicopatía es una enfermedad y no sólo una pesadilla o un argumento de ficción. Comprenderlo y asumirlo, sin recurrir al determinismo genético ni refugiarse sólo en el Código Penal, será tan difícil como necesario para arreglar muchos de nuestros problemas actuales. La ciencia será la mejor guía en el camino a encontrar un tratamiento adecuado, pero la empatía de la sociedad hacia los psicópatas, también. Quid pro quo
---------- Mensaje reenviado ----------
De: Edwin Villacorta <notification+yfo6tzj9@facebookmail.com>
Fecha: 14 de mayo de 2011 23:43
Asunto: [MEDICOS] La Discapacidad del Psicópata. Habrá que...
Para: Claudio Mori Gonzales <clagui57@gmail.com>

domingo, 10 de julio de 2011

algo sobre sociopatas. Para que comprendas mejor a ciertas personas

si no tienen remordimiento sino tiene capacidad de comprender las normas sociales y de convivencia en general, aunque pueden reconocer la diferencia entre o correcto y lo incorrecto entonces son inimputables. Pero tambien singifica que hay que confinar a muchos de ellos sino la mayoria de por vida. Porque son un peligro para los demas. Se contradice con la teoria marxista de que el delicuente es producto de la injusticia social. No pues  cada 1oo personas que nacen nace un spycopata . Como el gopernador de New York que lideraba una campana contra la prostitucion clandestina pero al mismo tiempo era un de los mayores clientes de la misma. Pueden llegar a ese cinismo. Acusan de ladron al que quieren destruir y no lo es y ellos lo son. . No todos matan si te interpones en su camino, pueden tratar de destruirte moralmente con una calumnia. Son cinicos profesionales.Son incapaces de amar de sentir empatia por los demas aunque te pueden hacer creer lo contrario

La Discapacidad del Psicópata. Problema poco entendido.

Edwin Villacorta posted in MEDICOS.Edwin Villacorta11:42pm May 14

La Discapacidad del Psicópata.


Habrá que agradecer a Jonathan Demme que la palabra "psicópata" nos traiga a la memoria la cara del doctor Hannibal Lecter, el asesino inteligente, refinado y cruel de El silencio de los corderos. Sin embargo, muy pocos psicópatas, son tan listos y fotogénicos como Anthony Hopkins ni todos se manchan las manos de sangre.
El psicópata es un enfermo que tiende a buscar su propio placer por encima de cualquier otra consideración. La mayoría tiene un aspecto anodino, una inteligencia media y una conducta normal. Pero sólo aparentemente normal, pues realmente son personas impulsivas, manipuladoras y, sobre todo, incapaces de comprender el porqué de las normas sociales y de sentir la más mínima empatía hacia sus semejantes.

Sencillamente, no las entienden: si quieren algo, lo cogerán; si alguien les molesta, lo apartarán; y si una norma de convivencia se interpone entre ellos y sus deseos, la burlarán. Lo harán sin acritud, como si no hubieran roto un plato en su vida, y si alguien recrimina su conducta, le mirarán como a un marciano, antes de seguir su camino. Y es que, pese a conocer la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, no entenderán el reproche.

Este perfil es más sencillo de reconocer en la sociedad y seguro que muchos lectores ya tendrán en la cabeza varios candidatos en su entorno cercano. Los hay, a montones: desde líderes políticos a consejeros delegados, desde maltratadores a acosadores laborales… casi todo aquel que se aprovecha de una posición de fuerza suele tener un cuadro de psicopatía en mayor o menor grado que es muy difícil de denunciar ante una sociedad acostumbrada a creer que los verdaderos psicópatas son personas que devoran los hígados de sus víctimas con un poco de Chianti.
La ciencia se ha preguntado a menudo si la conducta de estos enfermos es adaptativa -condicionada por la supervivencia en el entorno- o debida a algún tipo de anomalía genética. Por lo general, la búsqueda de causas fisiológicas asociadas a las conductas ha tenido consecuencias nefastas en la historia, al recurrir a un determinismo muy cómodo, pero imposible de aceptar por cualquier sociedad convencida de que las personas deben ser dueñas de sus destinos, al margen de lo que quiera imponerles tal o cual gen.

Más interesantes son los experimentos que a través de las reacciones de los investigados permiten extraer conclusiones sobre un determinado asunto. De este tipo es el estudio de dos investigadores de la Universidad de Nuevo México (EEUU) publicado por la revista Psichological Science. Elsa Ermer and Kent Kiehl se preguntaron si los psicópatas carecían de alguna facultad mental para comprender las normas sociales y el alcance de un riesgo.
Así que recurrieron a un grupo de 67 prisioneros voluntarios, algunos de los cuales contaban con un cuadro más o menos claro de psicopatía, y usaron un sencillo juego de cartas con reglas para someterles a tres tipos de pruebas: relacionadas con el razonamiento lógico descriptivo ( "Si una persona es de California, será paciente" ), con el contrato social ("Si me coges la moto, tendrás que lavarla") y con la precaución y las medidas preventivas ("Si trabajas con tuberculosos, deberás ponerte mascarilla" ).

Los psicópatas demostraron una incapacidad manifiesta para entender las reglas del contrato social y las preventivas, pero acertaron con las descriptivas en la misma medida en que lo hicieron los presos no psicópatas. Es decir, un sencilla norma social como "si me coges el coche, luego ponle gasolina" era para ellos un enigma equiparable al que pasa por la cabeza de un niño ante las leyes de la termodinámica.

Este experimento indujo a pensar a Ermer y Kiehl que su hipótesis era correcta: los enfermos eran incapaces de entender las reglas sociales o el fraude que conlleva una trampa, así como el verdadero alcance de un riesgo, pero por lo demás eran capaces de razonar prácticamente igual que el resto de personas analizadas.
El proceso que lleva a un joven a comprender por qué no está bien quitarle el bastón a una anciana que cruza un paso de cebra, a un jefe a reconocer la injusticia cometida con uno de sus empleados o a un marido a avergonzarse por haber sentido ganas de golpear a su mujer, no funciona en toda la sociedad. En los tres casos existe una relación asimétrica, una imposición del fuerte sobre el débil y, al final, el reconocimiento de un orden social vulnerado y la capacidad de las personas para ponerse en el lugar de los otros, la misma empatía que nunca podrá sentir un psicópata. Las mismas normas que nunca acabará de comprender.

La cuestión ahora es saber si la sociedad podrá comprender, por su parte, que la psicopatía es una enfermedad y no sólo una pesadilla o un argumento de ficción. Comprenderlo y asumirlo, sin recurrir al determinismo genético ni refugiarse sólo en el Código Penal, será tan difícil como necesario para arreglar muchos de nuestros problemas actuales. La ciencia será la mejor guía en el camino a encontrar un tratamiento adecuado, pero la empatía de la sociedad hacia los psicópatas, también. Quid pro quo

---------- Mensaje reenviado ----------
De: Edwin Villacorta <notification+yfo6tzj9@facebookmail.com>
Fecha: 14 de mayo de 2011 23:43
Asunto: [MEDICOS] La Discapacidad del Psicópata. Habrá que...
Para: Claudio Mori Gonzales <clagui57@gmail.com>